Hace apenas 30 años los exoplanetas (planetas fuera del Sistema Solar) eran conjeturas científicas. Ahora, en marzo de 2022, ya van descubiertos más de 5.000 planetas orbitando otras estrellas diferentes del Sol o vagando sin estrella fuera de nuestro Sistema Solar. Y se descuebren nuevos casi a diario.
Uno de tales sistemas exoplanetarios ha capturado el interés y la imaginación de científicos y de quienes estamos interesados en las maravillas del Cosmos y la posibilidad de vida fuera de la Tierra: TRAPPIST-1, un sistema con varios de los exoplanetas potencialmente más habitables.
Un sistema de exoplanetas cercano
A unos 40 años-luz de la Tierra, hacia la costelación de Acuario, se encuentra la estrella TRAPPIST-1.
Esta estrella debe su nombre al acrónimo del Transiting Planets and Planetesimals Small Telescope (TRAPPIST) o Telescopio Pequeño de Planetas y Planetesimales en Tránsito, con el que fue descubierta. El telescopio está situado en el Observatorio La Silla, en el Desierto de Atacama en Chile.
TRAPPIST-1 es una estrella enana roja ultra fría de tipo espectral clase M, que fue descubierta en 2000. Pero es a partir de 2017 que ha generado un interés inusitado en la comunidad científica.

Una antigua estrella
TRAPPIST-1 es una estrella de 7 mil 600 millones de años de antigüedad, bastante más que los 4 mil 600 millones de años de nuestro propio Sol.
Lo emocionante de esta enana roja (apenas un 11% del diámetro del Sol) es que alberga un sistema exoplanetario de siete planetas rocosos, similares a la Tierra. Este tipo de estrella tiene expectativas de vida de decenas y hasta de centenas de miles de millones de años, excediendo la edad actual del universo.
Con la edad de TRAPPIST-1, ha habido tiempo más que suficiente para que se desarrolle la vida en uno o varios de sus planetas.

Un sistema planetario único
El sistema planetario de TRANPPIST-1 tiene una cantidad de características que la hacen un objetivo prioritario actual para la astronomía.
En primer lugar, se han detectado siete planetas confirmados de tipo terrestre orbitando la estrella. Todos ellos están a una distancia menor que la de Mercurio con respecto al Sol. Pero no se trata de infiernos ardientes, como podría suponerse.

TRAPPIST-1 es una estrella enana roja muy fría (unos 2200 ºC en su superficie) y pequeña, por lo que su zona habitable está mucho más cerca de la estrella de lo que se encuentra la del Sol.
Los planetas están tan cerca los uno de los otros, que desde la superficie de cualquiera de ellos (especialmente los que están en órbitas centrales) uno podría ver un espectáculo que sería similar al de ver un cielo con tres o cuatro lunas desde la tierra. El planeta más lejano orbita a unos 9 millones de kms. Mercurio lo hace a 58 millones.

TRAPPIST-1 ha pasado a ser el sistema planetario mejor estudiado después de nuestro propio Sistema Solar.
¿Albega vida TRAPPIST-1?
Ha sido confirmada la presencia de agua en casi todos los planetas del sistema, y por lo menos tres o cuatro planetas están en la zona habitable de la estrella. Por lo que es posible que alberguen agua liquida en su superficie.
Aunque hay otros factores que determinarán la presencia de agua líquida: la presencia de una atmosfera que origine un efecto invernadero y el albedo o cantidad de calor que el planeta radia al espacio. Por otra parte, el hecho de que los planetas estén tan cerca de su estrella los hace vulnerables a las fulguraciones típicas de las enanas rojas, aunque TRAPPIST-1 no es tan activa en este sentido. Estos hechos están por determinarse con futuras investigaciones.

Es posible, dada la proximidad de los planetas a su estrella, que estén en rotación sincrónica o rotación de marea, cuando cada planeta tendría la duración de traslación alrededor de la estrella de la misma duración que su rotación. Al igual que nuestra Luna lo está con respecto a la Tierra, lo que hace que siempre muestre la misma cara.
Aunque esto podría suponer diferencias extremas en temperaturas entre ambos hemisferios, no puede descartarse condiciones de habitabilidad. La presencia de una atmosfera podría originar circulación del calor de un lado al otro, volviendo más uniformes las temperaturas en ambas partes. O la vida podría desarrollarse bajo tierra o en la zona crepuscular del planeta.
Todas estas emocionantes interrogantes se espera que sean respondidas con inminentes investigaciones más pofundas, muchas de las cuales serán llevadas a cabo por el Telescopio Espacial James Webb.
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